¿Que es la Iglesia Ortodoxa?
Usted quizás haya oído mencionar a la Iglesia Ortodoxa. ¿Qué es esta Iglesia?
Hace ya casi dos mil años, Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a la tierra y fundó la Iglesia, a través de sus Apóstoles y discípulos, para la salvación de la humanidad. Las enseñanzas de los Apóstoles y la Iglesia se esparcieron en los siguientes años. Las iglesias que fueron fundadas por los Apóstoles pertenecen a los cinco Patriarcados de Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén. Todas estas iglesias estaban unidas en la fe, la liturgia y la participación en los sacramentos. Después fundadas las de Sinaí, Rusia, Grecia, Yugoslavia, Rumania y. muchas más.
Estas iglesias, independientes en su administración, están en completa unión una con otra, con una excepción, la de Roma, que se separó de las otras en 1054, y desde entonces ha añadido nuevos dogmas. En materias de fe, doctrina, tradición, liturgias y servicios, estas otras iglesias son exactamente iguales.
No obstante, considerando el idioma diferente de cada una de estas iglesias, se encuentran en comunión y juntas constituyen y se llaman la Iglesia Ortodoxa (ortos = lo correcto, doxa = doctrina, culto).

Las enseñanzas de la Iglesia se derivan de dos fuentes (que en realidad son una): Las Santas Escrituras y la Santa Tradición. Como dice el Evangelio según San Juan: «Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir» (Juan 21:25).
Estas «otras cosas» fueron transmitidas oralmente por los Apóstoles y han llegado a nosotros en la Sagrada Tradición. La fe y la doctrina de la Iglesia Ortodoxa se encuentran en las Escrituras (la parte escrita de la Tradición, selecta de entre muchos libros por la Iglesia), los Decretos de los Concilios Ecuménicos (los que han sido aceptados por toda la Iglesia), y en los escritos de los Padres de la Iglesia.

Creemos que el Señor Jesucristo es verdaderamente Dios, el Salvador, e Hijo engendrado de la misma esencia que el Padre antes de todos los siglos; y también verdaderamente Hombre, igual a nosotros en todo, menos en el pecado. Creemos que por nuestra salvación El nació de una virgen, a quien llamamos Deípara (la que dio a luz a Dios). (S. Lucas 1,43). Creemos que el Espíritu Santo procede del Padre (S. Juan 15:26), quien es el único origen de la Trinidad. (Decir que el Espíritu Santo procede también del Hijo sería introducir dos orígenes en la Trinidad y romper la Unidad de Dios. Los Tres son Uno porque tanto el Hijo como el Espíritu tienen su origen en el Padre, uno engendrado y el otro procediendo).
Los cristianos ortodoxos adoramos a Dios en Trinidad (S. Mateo 28:19) y honramos a los Santos, pidiendo su intercesión ante Dios. (Prov. 15:29; Núm. 11:2). Entre los Santos el lugar principal es de la Deípara, pues a través de Ella Dios vino a nosotros (S. Lucas 1:48). De acuerdo al Séptimo Concilio Ecuménico (año 787), veneramos los íconos, no por sí mismos, sino como representaciones de Cristo y los Santos. (Si Dios tomó forma física, se le puede representar físicamente).
Reconocemos siete «Misterios» o sacramentos. El Bautismo y la Crismación son los medios de entrar en la Iglesia. Sin morir el hombre antiguo y ponerse el nuevo en el Bautismo no podemos heredar el Reino de Dios. En la Eucaristía participamos del verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo, para la remisión de los pecados y la vida eterna. En la Confesión Cristo nos da, a través del confesor, el perdón de nuestros pecados.
Al pecar, ofendemos no sólo a Dios, sino también a la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, del cual somos miembros. Por lo tanto tenemos que pedir perdón ante un ministro de la Iglesia. Estos tres sacramentos son esenciales para la vida espiritual y la deificación de todo cristiano. Por la imposición de manos de un obispo, la Gracia Divina desciende sobre el que es ordenado y lo capacita para ser sacerdote y repartir esta Gracia, que es participación en la vida misma de Dios.
El hombre no puede participar en la esencia de Dios, pero según San Gregorio Pálamas, puede participar en las «energías» o manifestaciones externas de Dios, que son parte de Dios, como los rayos del sol son parte del sol. Esto no se considera posible en el Occidente Cristiano, donde lo mayor que puede esperar el cristiano es la «salvación,» después de purgar sus faltas. La Iglesia Ortodoxa en sus miembros espera «deificación,» verdadera unión con Dios, un proceso dinámico y gradual que dura toda la vida y no sólo se decide al morir. A través del sacramento de la Ordenación, la Iglesia Ortodoxa ha tenido sucesión apostólica sin interrupción desde el día de Pentecostés. La Gracia Divina santifica la unión de dos seres en el matrimonio, como Cristo bendijo la boda en Caná por su presencia y su primer milagro. Las dolencias del cuerpo y alma son curadas por el sacramento de la Santa Unción.
Estas son, brevemente, algunas de las características de la Iglesia Ortodoxa. Es unica porque Nuestro Señor fundó sólo una Iglesia. Es santa por estar unida a su Unica Cabeza, Jesucristo, y por la operación del Espíritu Santo. Es católica porque no conoce límites de lugar o tiempo. Es Apostólica porque fue fundada por los Apóstoles y mantiene sin cambio sus enseñanzas, escritas y orales. Y es Ortodoxa porque cree y enseña lo correcto.
La Iglesia Ortodoxa admite que hombres casados sean ordenados sacerdotes, sin imponer arbitrariamente el celibato sacerdotal. El que un hombre tenga vocación al sacerdocio no quiere decir que necesariamente Dios le dé vocación al celibato también. La Iglesia Ortodoxa admite en ciertos casos el divorcio y segundas nupcias. Lo ideal es que el matrimonio dure hasta la muerte, pero los cónyuges son humanos y la Iglesia, aunque condena el divorcio comprende que somos débiles e imperfectos y no se ciega al imponer la ley. Los hijos son el fruto del amor de los padres y no se deben evitar a no ser por una razón grave.
La Iglesia Ortodoxa, madre y no tirana, deja que cada pareja tome la decisión, después de consultar con su padre espiritual.
Esta es la Iglesia Ortodoxa, fiel a su Fundador y transmitiendo su mensaje al mundo por veinte siglos sin añadir ni quitar.
Cómo uno debiera orar en la Iglesia
Los Cristianos Ortodoxos han recibido de los Santos Padres y observan la siguiente práctica en todo el mundo:
- Entrar en el santo templo y hacer la señal de la Cruz sobre uno mismo tres veces, y hacienda una inclinación en cada una, diciendo:
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- «Tú me has creado, oh Señor, ten piedad.»
- «Dios, sé misericordioso conmigo, pecador.»
- «Incontables veces he pecado, oh Señor, perdóname.
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- Luego, habiéndose inclinado hacia la derecha y la izquierda, uno se ubica en el lugar de uno y escucha los salmos y oraciones leídas en la iglesia, pero uno no dice para sí mismo otras oraciones de nuestra propia elección ni las lee conforme a libros diferentes de los que se cantan en la iglesia, porque tales cosas el santo Apóstol Pablo condena por haber abandonado a la asamblea de la Iglesia (Hebreos 10:25).
- Las postraciones e inclinaciones no debieran hacerse según las inclinaciones propias, sino de acuerdo con las regulaciones de los santos apóstoles y santos padres, a saber, en la lectura del Trisagio («Santo Dios,»), «Venid, adoremos,» y el triple «Aleluya,» uno hace sobre sí mismo la señal de la Cruz tres veces, concluyéndola con inclinaciones; igualmente también en la lectura: «Dígnate, Señor,» así como al principio de la Gran Doxología («Gloria a Dios en las alturas,»), y después de las palabras del sacerdote: «Gloria a Ti, oh Cristo Dios, esperanza nuestra.» Después de cada exclamación del sacerdote, y también en la lectura por parte del lector de «Tú eres más venerable que los Querubines,» uno hace la señal de la Cruz y una inclinación. En los días de semana son realizadas inclinaciones en la Liturgia:
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- Al comienzo del canto de «Digno y justo es»;
- Cuando es finalizada la oración «Te alabamos»;
- Al final de la oración: «Verdaderamente es digno,» o su megalinario sustituto;
- Al comienzo de la oración «Padre Nuestro»;
- En el traslado de los Santos Dones para la Comunión;
- Y en las palabras «En todo tiempo, ahora y siempre.»
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En Maitines o en Vigilia, cuando se exclama «A la Madre de Dios y Madre de la Luz, con cánticos magnifiquémosle», hacemos una postración.
- En los Domingos, e igualmente desde el día de la Santa Pascua hasta las Vísperas del día de Pentecostés (es decir, en el «Oficio de Genuflexión «), y también desde el día de la Natividad de Cristo hasta Teofanía, e igualmente en el día de la Transfiguración y en la Exaltación (excepto ante la Cruz), los Santos Apóstoles prohíben absolutamente las genuflexiones y postraciones, respecto de los cual San Basilio el Grande testificó en una carta al Bendito Anfiloque. Así también el Primer y Sexto Concilios Ecuménicos establecieron; Porque los Domingos y otras fiestas del Señor sirven como recordatorios de nuestra adopción por Dios, según la palabra del Apóstol: » Así, ya no eres más esclavo, sino hijo» (Gal.4:7); Porque no es apropiado que los hijos hagan adoración servil.
- Habitualmente, los Cristianos Ortodoxos no se arrodillan, se mantienen erguidos, pero a las palabras del sacerdote (o del diácono): ‘Una y otra vez, de rodillas,» y el resto, ellos se inclinan cara al suelo; la costumbre de arrodillarse a voluntad, cruzarse los brazos y golpearse a sí mismos en el pecho viene de los herejes Occidentales, y en la Iglesia Ortodoxa esto no está permitido. Los Cristianos Ortodoxos, en conformidad con la regla de la Iglesia, hacen postraciones en los tiempos señalados, inclinándose de cara al suelo y nuevamente poniéndose de pie.
- En la iglesia, cuando el pueblo es bendecido con la Cruz o el Evangelio, con un ícono o el cáliz, ellos hacen la señal de la Cruz, inclinando la cabeza; pero cuando son bendecidos con velas o la(s) mano(s), los Cristianos Ortodoxos no deben hacer la señal de la Cruz, sino solo incliner la cabeza. Sin embargo, durante la semana de la Santa Pascua, cuando el sacerdote inciensa con la Cruz en su mano, entonces todos hacen la señal de la Cruz y responden: «¡En verdad, resucitó!» de esta forma deberíamos distinguir entra la reverencia hacia las cosas santas y hacia las personas, aunque ellas sean de rango sacerdotal.
- Cuando recibe una bendición de un sacerdote o un Obispo, un Cristiano besa la diestra de él, pero no hace la Señal de la Cruz antes de hacerlo. No es apropiado besar la mano izquierda del clero, porque este es un uso judío, sino la mano derecha con la cual la bendición es dada.
- Conforme a la enseñanza de los Santos Padres, la señal de la Cruz debiera hacerse de la siguiente forma: El pulgar y los dos primeros dedos de la mano derecha se unen en sus puntas y los otros dedos se doblan a través de la palma. Entonces tocamos la frente, el vientre, los hombros derecho e izquierdo, y hacemos una ligera inclinación. De aquellos que se persignan con los cinco dedos, o que se inclinan antes de terminar la Cruz, o simplemente agitando la mano en el aire o delante de su pecho, Crisóstomo dice: «Los demonios se regocijan con estos gestos locos». Por otro lado, la señal de la Cruz, hecha apropiadamente con fe y reverencia, aterroriza a los demonios, calma las pasiones pecaminosas y llama a la gracia divina.
Reglas para las inclinaciones y la señal de la Cruz
La Señal de la Cruz sin Inclinaciones:
La Señal de la Cruz con Inclinaciones de Cintura:
La Señal de la Cruz con Postraciones:
Inclinaciones de cintura sin la Señal de la Cruz:
La Señal de la Cruz no se hace:
Adicionalmente:
Publicado Originalmente como parte del “Devocionario”, publicado por la Imprenta San Job de Pochaev, Monasterio dela Santísima Trinidad. Jordanville, N.Y., 1968., con la bendición del Arzobispo Averky de Siracusa y Trinidad.
Traducido al Inglés en:
http://www.stmaryofegypt.org/devotion/howoneshouldpray.htm
Traducido al español por el Diácono Roberto León.